Para empezar, necesitamos hablar de la diferencia entre traducción y localización.
Si bien se puede considerar – hablando de forma generalista – que la traducción se trata «solo» de pasar las palabras contenidas en un texto de una lengua a otra, la localización abarca no solo eso, sino también la adaptación de estos textos para que sean plenamente comprendidos en la cultura de llegada – es decir, en la cultura del texto traducido.
La localización es muy utilizada en la traducción de videojuegos, para que los usuarios se sientan plenamente «dentro» del juego y la experiencia de juego no se vea comprometida por la falta de referencia comprensible.
Lo mismo se aplica a la traducción de sitios web.
Un cliente potencial debe entrar en su sitio web y sentirse «como en casa», a gusto y plenamente capaz de interactuar con los servicios que usted ofrece. Para ello, el sitio no debe estar solo en su idioma: debe estar localizado, es decir, las referencias que usted utiliza, por ejemplo, deben ser reconocibles para usuarios de aquella localidad.